No es fácil caracterizar la relación entre Estados Unidos y China en un corto espacio como este. De hecho, se han escrito libros completos sobre la relación “caliente – frío” entre las dos superpotencias más grandes.
Aunque las relaciones diplomáticas comenzaron oficialmente entre Estados Unidos y la Dinastía Qing a finales de los años 1700, la mayoría de las personas creen que la sociedad entre ambos países (o a veces, la falta de la misma) solo está enmarcada en las últimas dos décadas. A medida que ha surgido la economía China, la nación se ha convertido en un jugador económico clave en el escenario mundial (y, por ende, ha estado relacionada con el bienestar financiero de los Estados Unidos de forma inexorable).
Similitudes físicas y diferencias filosóficas
Hay un motivo por el cual la relación Estados Unidos-China también es un tema de discusión tan popular. Solo una rápida mirada a los hechos y cifras dejarán algo en claro, si es que ya no lo está.
Tienen el mayor Producto Interno Bruto (PIB) del mundo: 10,355 millardos de dólares y 17,416 billones de dólares para China y para Estados Unidos, respectivamente. Son dos de los más grandes países del mundo geográficamente hablando (más de 9,5 kilómetros cuadrados cada uno) y las ciudades más grandes (Shanghai y Nueva York) albergan algunas de las atracciones turísticas y las maravillas de arquitectura más grandes a nivel internacional.
Sin embargo, los dos países no siempre han estado sintonizados políticamente. Quizá la fuente de tensión más grande entre ambas potencias mundiales es su desacuerdo fundamental por el propio gobierno. Mientras que Estados Unidos está orgulloso de su legado como una democracia constitucional y apoya incondicionalmente tanto la libertad económica como el capitalismo, China ha hecho un nombre por cuenta propia como el estado socialista con un partido único más exitoso del mundo.
Dejando eso claro, el gobierno chino ha flexibilizado sus regulaciones en algunos sectores durante la última década, aproximadamente, en un intento por promover el crecimiento interno y la inversión extranjera. Y sobre todo, ambos países, por lo menos, han sido prácticos en sus tratos financieros con el otro y han brindado apoyo en situaciones políticas aisladas.
Hechos y cifras comerciales
Aunque la relación comercial entre Estados Unidos y China está algo complicada es muy difícil resumirla en una oración: Estados Unidos compra, China vende. Claro está, una evaluación más detallada revelaría que Estados Unidos efectivamente exporta cierta mercancía a China, pero esos productos ni siquiera se destacan frente a la cantidad que China importa Estados Unidos.
No siempre fue así: allá por 1990, Canadá era, efectivamente, el mayor socio comercial de Estados Unidos. Pero los datos más recientes de 2014 colocan a China muy por delante; el año pasado la nación importó más de 467 millardos de dólares en productos hacia los Estados Unidos, en comparación con apenas 347 millardos de dólares de Canadá, en segundo lugar. Si comparamos esto con la otra dirección (Estados Unidos exportó aproximadamente 123 millardos de dólares a China en 2014) y es fácil ver el gran desbalance comercial.
Aunque la gente en Estados Unidos desearía que la balanza no se inclinara tanto hacia un lado, se entiende cómo se desarrolló esta discrepancia. Estados Unidos ha existido cómodamente como economía de consumo durante varias décadas; como tal, los ciudadanos pasan menos tiempo en tareas de manufactura y más tiempo en puestos de tecnología y servicio que no son tan “exportables”.
Sin embargo, los residentes de los Estados Unidos tienen un gusto por los productos que requieren manufactura (piensen principalmente en los equipos electrónicos) y ¿dónde se consiguen estos productos? Claro, en China. Como nación en desarrollo, la industria china está fuertemente involucrada en manufactura y un gran porcentaje de su inmensa población está involucrada en trabajos en fábricas.
Una Mirada hacia el futuro (quizá)
Teniendo esto claro, a medida que China hace la transición hacia una economía de consumo y sus ciudadanos se ponen más cómodos con sus papeles de compradores más que de productores obreros, podemos observar un cambio en el balance comercial durante los próximos años. De hecho, ¡algunas empresas chinas han comenzado a tercerizar sus centros de manufactura hacia los Estados Unidos!
Más evidencia sobre este cambio se puede observar en las medidas de Inversión Extranjera Directa (FDI). Aunque Estados Unidos había estado ubicado en el puesto número 1 en FDI desde el año 2006, China se colocó en primera posición el año pasado. El hecho de que tantos negocios internacionales vean a China como una base atractiva para el crecimiento financiero demuestra el consenso de que la nación está haciendo su transición rápidamente hacia una economía “guiada por el consumidor”.
Por el otro lado, China ha aumentado sus gastos propios de la FDI y ¿cuál es uno de sus principales destinos para el gasto internacional? Adivinó: los Estados Unidos.
Problemas persistentes: déficits y fijación de tasas
Por lo menos durante el futuro próximo, Estados Unidos continuará comprando a China a volúmenes que superan, por mucho, lo que vende. De hecho, 19 % del total de las importaciones estadounidenses provienen de China, la mayoría de las cuales son partes de computadoras, prendas de vestir, y artículos para el hogar. Algunos han criticado que Estados Unidos le compre a China, en especial, porque el déficit de los Estados Unidos ha aumentado; para el año 2013, el déficit comercial de los Estados Unidos con su principal socio comercial fue 318 millardos de dólares y China tiene ahora un 10 % (1,8 billones) de la deuda de nacional estadounidense.
La otra principal consideración en la relación comercial ha sido lo que algunos denominan “fijación de tarifa”. El gobierno chino mantiene un estrecho control sobre el valor de su moneda y posee una reputación de subvaluar intencionalmente el renminbi (RMB) para hacer que sus exportaciones sean más económicas y atractivas para los compradores extranjeros.
Muchos han señalado esta “fluctuación manejada” de la moneda china como el motivo principal del enorme déficit comercial de los Estados Unidos, mientras que otros han alegado que le pudiera dar a China un poder financiero inadecuado sobre los Estados Unidos.
La confiabilidad de la dependencia mutua
Sin embargo, independientemente del efecto real de las políticas de cualquiera de estas naciones, es poco probable que los ciudadanos de cualquiera de los países tengan serios motivos de preocupación. Por ejemplo, algunos temerosos han entrado en pánico con respecto a la posibilidad de que China pudiera amortizar las deudas en Estados Unidos y destruir al país financieramente, pero la probabilidad de que esto suceda es poca, por un motivo: China depende altamente de la economía estadounidense y a su país no le haría ningún bien llevar a cabo este plan.
Además, al dañar la economía estadounidense en un grado significativo sería sinónimo de desastre para los asuntos globales, tanto financiera como políticamente, lo que, de nuevo, dañaría al gobierno chino en vez de ayudarlo. Al final de cuentas, es seguro decir que aunque la relación comercial China-Estados Unidos está llena de obstáculos, no llegará a un punto ciego a corto plazo.